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Por qué es un error tirar las semillas de la sandía

De,
Rebañando

 

No está bien malgastar el dinero, ¡pero mucho menos desperdiciar salud y bienestar!

 

 

Llega el verano y, con él, las rebanadas de sandía a las sobremesas, una verdadera bendición que nos ayuda a refrescarnos y sobrellevar las altas temperaturas. Nuestro cuerpo, además de agradecer su alto contenido en agua, se beneficia de su aporte en vitaminas y minerales. Y aún así, la mayoría de nosotros aún no es consciente de que la sandía tiene MUCHO más que ofrecer.

 

¿Cómo es posible? ¿Qué estamos haciendo mal? Sencillamente estamos tirando a la basura su parte más importante: las semillas. Sí, sí, esas mismas de las que con tanta paciencia te deshaces antes de darle siquiera el primer bocado a la sandía... Resulta que estas semillas contienen una verdadera infinidad de vitaminas (A, B, C...), además de magnesio e hierro (que ayudan a tu digestión y hacen más fluida la circulación de la sangre, manteniendo más sanos el corazón y el cerebro) y cantidad de antioxidantes y proteínas (¡más que la carne!).

Dicho esto, tienes 2 posibilidades:

- Dejar de apartarlas y disfrutarlas con el resto de la sandía.

- O, si no te gusta la idea, guardarlas y dejarlas secar, para comerlas como cualquier otra semilla o fruto seco (puedes incluso triturarlas y mezclarlas con leche, en proporción 1:10, una solución ideal para aquellos con problemas digestivos).


Lo dicho, ¡ni se te ocurra seguir tirándolas!

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