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Tortilla sin huevo ni patata y otras curiosidades que comían nuestros abuelos

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Rebañando

© iStock / Getty Images Plus / Qwart

Caldos del sustanciero

En épocas de crisis, la carne especialmente se volvía prohibitiva para las familias, por lo cual se reservaba únicamente para ocasiones especiales, y se trataba de aprovechar al máximo. Pero, en los lugares donde en verdad escaseaba, surgió una curiosa profesion, la del sustanciero: hombres que iban de casa en casa a remojar un hueso en el caldo para darle sabor. Esto, por supuesto, a cambio de unas monedas. Luego de pasar unos minutos, seguían su camino, y las familias que contrataban su servicio podían aspirar a comer un caldo con mejor sabor (aunque quizás ni siqueira llegara a ser espeso por la falta de otros ingredientes). 


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