Es momento de hacer la prueba. Corta un trocito y ponlo en una olla con agua caliente. Si ves que no comienza a derretirse formando hilos, entonces espera un par de horas más y repite la prueba.
Cuando el queso esté listo, córtalo en tiras.
Prepara una pequeña olla con agua a 55º y otra más grande con agua a 90º. Aparte, llena un tazón con agua, disuelve la cdta de sal y coloca 5-8 hielos. La idea es crear un choque térmico para que el queso conserve su forma.
Coloca las tiras de queso en un tazón y añade poco a poco el agua a 55º, removiendo hasta que el agua esté un poco turbia.
A continuación añade poco a poco el agua a 90º. Retira el agua acumulada y sigue añadiendo agua caliente sin dejar de remover.
Ahora tu queso debe derretirse formando hilos; así sabrás que le has dado el toque exacto.
Toma una cuchara de madera, levanta la mozzarella y ve formando una bola. Cuando comience a endurecerse vuelve a meter en agua caliente y repite el proceso.
Por último, corta con las manos trozos pequeños de la masa y moldea pequeñas bolitas que colocarás de inmediato en el tazón con hielos.
Espera media hora antes de consumirlo.
¡Felicidades, haz hecho tu primer queso mozzarella! Recuerda conservarlo en salmuera; puedes reservarlo en el refrigerador hasta por una semana.