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El imperio de la margarina
Durante las últimas décadas del siglo XX se le declaró la guerra a las grasas animales, pensando que traían irremediablemente sobrepeso y problemas cardíacos. Una de las soluciones más populares en aquel entonces fue el uso de la margarina: una grasa de origen vegetal que pretendía imitar a la mantequilla, pero sin causar esos supuestos estragos. El tiempo, por supuesto, no fue clemente con esta tendencia de nutrición, ya que ahora sabemos que son esas grasas saturadas las responsables de más de un mal. En cambio, las grasas de origen animal, así como los aceites de toda la vida son buenas para nosotros. Mientras tanto, a muchos de nosotros nos tocó crecer con el eterno botecito de margarina en el frigorífico.