La polenta es una base maravillosa para muchos platos salados. Cuando se enfría y se solidifica después de cocinarla, se puede cortar en rodajas y freír hasta que se dore. Esto crea una corteza crujiente en el exterior, mientras que el interior permanece suave. Aderezada con romero fresco, se convierte en un plato sencillo pero sabroso que se puede servir caliente o frío.
Ingredientes (para 4 personas):
150 g de polenta (sémola de maíz, fina o media)
600 ml de agua o caldo de verduras
1 cucharadita de sal
1-2 ramitas de romero fresco (picado fino)
2 cucharadas de parmesano rallado (opcional)
2 cucharadas de aceite de oliva o mantequilla
Pimienta al gusto
Preparación:
Poner a hervir el agua o el caldo en una olla. Añadir la sal.
Verter lentamente la polenta sin dejar de remover y reducir el fuego.
Cocer a fuego lento durante unos 10-15 minutos, removiendo, hasta que la polenta esté espesa y cremosa.
Añadir el romero picado y, si se desea, el parmesano. Sazonar con pimienta.
Verter la polenta caliente en una bandeja cubierta con papel de horno o en un molde engrasado y alisar hasta obtener un grosor de unos 1,5-2 cm.
Dejar enfriar completamente (preferiblemente en la nevera, al menos 1 hora) hasta que esté firme.
A continuación, cortar en rombos, tiras o cubos.
Freír en una sartén con un poco de aceite de oliva o mantequilla hasta que se doren por ambos lados.
Consejo: se puede acompañar con un poco de quark con hierbas, alioli o chutney de tomate. También queda muy bien como guarnición de verduras o setas salteadas.